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El acné es un padecimiento de la piel que se caracteriza por la oclusión de los infundíbulos foliculares o “poros ” de la piel y obedece a la formación de un tapón de células escamosas, sobreproducción de sebo por estímulo hormonal y una interacción con una bacteria llamada Propionibacterium acnés que favorece a la inflamación de la piel.
Es más común en la adolescencia debido a cambios propios de crecimiento y la sobre estimulación de la glándula sebácea por estímulo hormonal, pero también puede afectar a recién nacidos y adultos.
Este padecimiento ha sido descripto desde la antigüedad. Su nombre se origina del latín acme que significa “punto alto”. La causa principal son los trastornos hormonales, pero también puede derivarse de factores externos, tanto cosméticos como maquillajes, jabones o cremas con alto contenido de aceites, alimentación alta en azúcares simples y lácteos dietéticos o falta de higiene facial; entre otras causas. Numerosos medicamentos pueden simular un acné pero el origen es distinto, no obedece a factores hormonales, sino a mecanismos de hipersensibilidad que provocan inflamación y se pueden observar cómo numerosas lesiones rojas (pápulas) con puntas blancas (pústulas)… en el acné la lesión causal es el punto negro abierto o cerrado (Comedón) el cual merece atención médica especializada para evitar que se desarrolle la lesión inflamatoria que lleva posteriormente a la cicatriz y manchas.
Es importante mencionar que el acné tiene un fuerte impacto en la vida de quien lo padece, repercute en su esfera emocional, laboral, familiar y personal. Hay casos relacionados directamente con depresión, bullying, que lleva al aislamiento y predisposición al rechazo social. Las marcas que deja no sólo son externas como lo son las cicatrices, sino también en su autoestima y desempeño diario. Por esto, muchas veces es necesario un manejo conjunto con diversos especialistas de las áreas de la endocrinología, ginecología, nutrición y psicología, así como tener una red de contención familiar para lograr una efectiva resolución del problema.
El tratamiento farmacológico varía, ya que la severidad y causas son diversas en cada paciente. Estos van desde medicamentos tópicos (gel o crema) y sistémicos (tabletas o cápsulas), así como con procedimientos faciales de limpieza profunda, exfoliantes, abrasivos, extracción de comedones, combinado con sesiones de aparatología con fuentes de Luz LED y luz pulsada intensa, que ayudan a inactivar el proceso inflamatorio así como la Microdermoabrasión, que mejora el aspecto de las cicatrices y manchas residuales pigmentadas en pocas semanas.
Un tratamiento combinado y supervisado por especialistas en piel, es superior y se pueden visualizar resultados en poco tiempo y evitar gastos innecesarios por compras de productos comerciales poco efectivos.